¡El primer y último libro que leo de Stephen King!
La larga marcha es la primera novela de Stephen King, pero no su primera publicación. Se dice que la escribió cuando estaba en la Universidad. El libro fue lanzado bajo el seudónimo de Richard Bachman, nombre que utilizó para publicar más de un libro al año y para descifrar si el éxito de sus libros era por su calidad literaria o un resultado del marketing.
Quiero ser sincera y decir que no había leído nada de él por razones bastante cuestionables, pero de todos modos lo diré:
- Me daba la impresión de que Stephen King era un autor con un grupo de fans masculino bastante grande y, en mi lógica misándrica, si algo le gusta a los hombres, seguramente no es tan bueno como lo hacen parecer.
- Por muchos años no me interesó leer terror ni policial ni thriller.
- Es muy popular en general y, como buena licenciada en letras, suelo desconfiar de los bestsellers (a pesar de que mi acercamiento a la literatura fue gracias a Crepúsculo a los 12 años. No tengo por qué estar de acuerdo con lo que pienso).
Dejé atrás mis prejuicios cuando vi en el cine el trailer de la película La larga marcha dirigida por Francis Lawrence. En pocos minutos me intrigó, así que dije ¿por qué no leer el libro primero?
Bueno… acá les cuento que es mejor no leerlo porque son dos días de mi vida que no volverán (benditas sean las vacaciones de fiestas patrias que siempre nos dan el merecido espacio para hacer nada y comer un montón, ¡viva chile!).
No exagero cuando digo que leer La larga marcha fue una real agonía, pero la premisa se escucha muy buena:
Un grupo de 100 jóvenes participan de la Larga Marcha, un evento anual que se celebra cada 1 de mayo que consiste en caminar sin parar hasta que solo quede uno vivo. El ganador tiene derecho a que se le cumpla un deseo.
La historia se desarrolla en la caminata y un poco del contexto sociopolítico se va descubriendo a medida que avanza la lectura, pero nunca sabemos todo sobre este universo. Esto puede generar molestia, pero en mí personalmente no. He leído algunos libros que son así y me encantan: Nunca me abandones de Kazuo Ishiguro, Yo que nunca supe de los hombres de Jacqueline Harpman, y Las Indignas de Agustina Bazterrica. Pero creo que la falla de este libro es que es muy largo y no se justifica.
Lo único que me hizo terminar las casi 500 páginas que tiene fue la esperanza de que en algún momento se pusiera bueno. Pero, entre las alusiones al sexo adolescente y las tetas de las mujeres, evoqué más a Euphoria que a una historia distópica desgarradora y despiadada que me removiera algo y tocara mi sensibilidad.
Está contado desde el punto de vista de Ray Garraty, el Marchador número 47 y creo que lo conocemos muy poco. Después de esta lectura quedé con la sensación de que la prosa de Stephen King es del tipo descriptiva, que apela al shock, con frases como: “los intestinos se escurrían entre sus dedos y le caían como una ristra de salchichas sobre la entrepierna, balanceándose obscenamente” (305) y al sexo. Desde el comienzo, King empieza con su fijación por el cuerpo femenino, especialmente las tetas:
“La madre también era alta, pero demasiado delgada. Sus pechos eran apenas unas leves protuberancias” (13).
Incluso para describir el paisaje:
“Por fin llegaron a la cumbre de la colina, con su forma de pecho femenino (Carolyn tenía unos pechos magníficos, y solía lucirlos con jerséis de cachemira)” (399)“La carretera les llevó entre dos colinas de empinadas laderas. La calzada era como una grieta entre dos pechos turgentes” (447).
Aunque el libro tiene momentos de tensión y desesperanza, ya que Garraty se va encariñando con sus compañeros de caminata y comienza a formarse un grupo unido, este libro no me generó nada más que pereza y hastío.
También tenemos el papel que juega el público, quienes disfrutan del espectáculo, apuestan por sus favoritos y celebran cuando el grupo pasa por sus casas. Estos momentos no son suficientes porque son tan pocos que uno puede contarlos con la mano (¿tal vez si fuera un cuento sería bueno? nunca lo sabremos).
Al igual que me pasó con La Asistenta de Freida Mcfadden, siento que me engañaron. Creo que utilizan como gancho un tema social y de clase que no es abordado. No hay crítica, solo la necesidad de impacto. Los chicos que se postulan para participar de la Larga Marcha son todos de escasos recursos. Incluso, el protagonista es criado por una madre soltera luego de que el gobierno haya hecho desaparecer a su padre quien era “un maldito borracho incapaz de ahorrar dos centavos. Un hombre carente de sentido común suficiente para guardar para sí sus opiniones políticas” (213), pero no hay más, es como si este libro estuviera vacío y es una lástima, ¡porque la trama es buena!
He visto que varios sitios catalogan a este libro como una de las obras más perturbadoras del autor y no me lo puedo creer. No sé si será porque mi umbral del horror es más alto o porque, al ser mujer, he tenido experiencias en las que he estado caminando de noche y sentido el terror de que alguien detrás de mí podría hacerme algo malo, pero no lo puedes confirmar, quizás esa persona que está a unos metros de ti no quiere matarte o robarte el celular, pero cómo saberlo, entonces apuras el paso lo suficiente para llegar más rápido a tu casa, pero no corres, para no demostrar que estás asustada u ofender a la persona que está detrás de ti en caso de que solo, al igual que tú, está volviendo a casa de noche después de su trabajo de mall. Quizás, solo quizás, este libro no me pareció tan shockeante porque como mujer vivimos miedo al caminar en la calle siempre.
No lo recomiendo, pero sí veré la película, a esa sí le tengo fe, porque según vi cambiaron varias cosillas del libro. ¡Qué bueno!