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La República del Dragón de R. F Kuang

domingo, 19 de octubre de 2025


Ay diosito, qué buen libro. El final fue increíble, poderoso, y maravilloso. Me dejó perpleja: AL FIN RIN SABE PERFECTAMENTE QUIÉN ES Y HARÁ ALGO AL RESPECTO POR GENTE QUE SÍ LA NECESITA: la gente pobre, las minorías, el pueblo ignorado por la aristocracia. AH, Y ¡¡MALDITO COLONIALISMO!!


Luego de este comentario descarnado y sin contexto les dejo la reseña de La república del Dragón de R.F Kuang, la segunda parte de la trilogía de La guerra de la amapola (lee la reseña del primer libro aquí).  

Argumento


Después de los hechos que ocurren en La guerra de la amapola, Rin y los Cike son atraídos a otra guerra. El jefe general Dragón, al igual que Rin, quiere derrocar a la emperatriz Daji, la Víbora. Así que se unen en una alianza extraña en la que la esperiliana se somete con tal de conseguir su venganza. 


El mundo de Rin se abre, conoce a los aliados del general Dragón: los hesperianos provenientes de occidente, que tienen una religión distinta y la concepción de que los nikaras son subdesarrollados y bárbaros, y Rin: una salvaje. Este encuentro entre dos culturas es más bien un choque violento que demuestra el ciclo de violencia interminable entre las naciones, donde la paz es una rareza. 


Rin debe encontrar su propia voz y su poder. Junto a Kitay, Nezha, Venka y los Cike, se enfrasca en una guerra sin tener la certeza de estar en el lado correcto. 


Comentario

Incluye spoilers del primer libro


Después de leer el primer libro, una sabe que no está frente a una historia relajante y feliz, pero aún así me impactó encontrarme con un relato crudo, desgarrador y muchas veces sin sentido, porque así es la guerra. Tiene un poco más de 800 páginas, y la primera parte se hace un poco agotadora, pero después de la mitad, uf, la lectura se convierte en una vertiente increíble. Es un viaje agonizante, atrayente y enfermizo. 


Creo que R. F Kuang transmite muy bien ese estado atroz de estar en medio de conflictos enormes, donde la gente común no tiene voz ni voto. Es interesante como la protagonista, Rin, es la persona más poderosa y aún así la menosprecian. La tratan como un animal. La mandan por aquí y por allá, y esto se debe a que ella es 1) mujer 2) extranjera 3) poco atractiva 4) pobre. Me gusta como este libro explora la diferencia de clases y la forma en que están instauradas en la sociedad. 


La sociedad en Nikan es súper machista y Rin ha tenido que deshacerse de todo rastro de su feminidad (recordatorio: se saca el útero en el primer libro porque interfiere con sus clases en la academia) para tener un hueco entre los generales, pero los hombres a su alrededor la silencian y utilizan. 


Rin entierra las emociones que podrían debilitarla (culpa, bondad, tristeza) y se alimenta con rabia. Y en ese estado de tapar su sentir ha encontrado la forma de lidiar con sus actos atroces: “Ya había dejado de cuestionar su decisión. Solo podía seguir adelante si creía que lo que había hecho había merecido la pena” (146). 


Como lectora es inevitable sentir rabia ante el trato hacia las mujeres en este libro y, al mismo tiempo, la protagonista genera amor y odio. Es frustrante leer a Rin. Por un lado sientes pena por ella, pero por otro: es una maldita en muchos aspectos. Ella ha pasado los dos libros negando su identidad porque no le sirve para la guerra. Quiere agradarle a la gente de la élite, aunque no la consideran más que un arma. No tienes que sentir compasión ni simpatía por Rin, la historia va más allá para retratar los horrores de la guerra, la condición humana y su ambición. 


También está el tema del luto. Pasamos por todas las etapas ante la pérdida de un ser querido (rip Altan, me caías pésimo) y la venganza es lo que motiva las acciones de la protagonista. Al comienzo admite que “necesitaba que alguien le dijera cuándo y contra quién luchar. Necesitaba a alguien que le diera órdenes y un propósito” (160). 


***


 “Antes le tenía miedo a la guerra. Luego, me di cuenta de que se me daba muy bien. Y no estoy segura de que se me dé bien alguna otra cosa” (116). 

- Rin


En este libro la inocencia oficialmente queda atrás, la infancia ya pasó. “En Sinegard solo eran niños estúpidos e ingenuos que jugaban a la guerra sin creer nunca realmente que esa fuera a convertirse en su realidad” (103). Rin ve la guerra como un modo de vida y no tiene ningún anhelo real más que los motivados por la rabia, por lo que le han negado y arrebatado: 


“Rin no creía que eso pudiera funcionar con ella, ya que sus mayores deseos no tenían cabida en el futuro. Todos pertenecían al pasado” (190).


Me gusta la situación tipo: “siempre hay un pez más grande” que muestra la historia incluyendo a los de Hesperia, el imperio vecino de occidente con un avance tecnológico superior y otra religión. Siempre hay un enemigo más poderoso. La forma en que chocan las culturas y el colonialismo está latente y bien explorado en el libro. 


Con la entrada de los hesperianos conocemos otra forma de vida, otra concepción de mundo que inevitablemente pone a Rin a dudar: “¿Y si sus dioses no eran los únicos en el universo?”. Los hesperianos no ven a los nikaras como personas, sino como: “subdesarrollados, poco civilizados y bárbaros”. De hecho, estudian a Rin como un bicho raro, lo que te lleva a preguntar: ¿Alguien la considera una persona? Pero ella misma se detesta y acepta este trato como un castigo, siguiendo el ciclo de la autodestrucción: 


“Necesitaba pasar por eso porque se lo merecía. Aquello era, de un modo retorcido que para ella tenía todo el sentido, una expiación. Sabía que era un monstruo. No podía seguir negándolo” (425).

***


El único hombre decente es Kitay. Él solo mejora con el pasar del tiempo. Inteligente, valiente, sensible pero racional y sobre todo: leal. Es lo que Rin necesita. Y Venka, a quién odias en la primera parte de La guerra de la amapola, te juro que se gana el aprecio y es de las pocas que hace reír en esta tragedia. 


También quiero agregar que hay un buen desarrollo de personajes: Venka, Kitay y todos los Cike. Mientras que Rin y Nezha generan tanta simpatía como odio, pero Rin gana mi favor (si es que tenemos que elegir) porque es una mujer pobre en un mundo clasista, racista y horrible. Ella solo quería sobrevivir y recibir reconocimiento, y terminó enfrascada en una guerra atroz (she did nothing wrong!).


Rin se reconcilia consigo misma, algo que fue demasiado tortuoso para leer. Un viaje terrible, porque la ves cometer error tras error, confiar en quien no debe, asesinar a un montón de gente y sobre todo: fracasar. 


Yo a Rin al final del libro

La primera mitad del libro es un tanto agotadora, de hecho ahí lo abandoné (¡empecé a leerlo a principio del año!) porque sentía que no avanzaba. Pero después de la mitad, uf. Advierto que hay dos momentos buenos y todo lo demás tragedia tras tragedia, ¡pero se disfruta tanto!


Y sí, se parece a Shingeki No Kyojin, así que si disfrutaste el animé, lee esta maravillosa trilogía. 


Con permiso, voy a leer la tercera parte: “El dios en llamas”.