¿Cómo decidir qué libros son los mejores de un año que se sintió tan eterno?
—de hecho, todavía no termina, pero yo digo estoy muy tipo que por favor se apure, porque me gusta esa sensación que viene cuando comienza un nuevo año, esa esperanza maravillosa de se cumplirán todas tus metas—.
Consideraciones antes de leer:
A mediados de este año dejé a un lado mi regla de “solo leer autoras”, esto a raíz de que me di cuenta de que me estaba perdiendo muchos libros buenos —solo los clásicos estaban exentos a esta regla—, si bien, sigo prefiriendo leer a mujeres, esta vez ya no estaré tan estricta. Todo cambió cuando me recomendaron un libro de un autor que aparece en esta lista jeje.
Esto es muy personal, mi opinión. Siento que es difícil hablar de buena o mala literatura —aunque tengo una opinión muy definida sobre esto—, porque al final lo importante es leer y de gustos colores, PERO —quizás hable de esto en un post. No puede faltar el disclaimer: esta es mi opinión, filo.
Ahora sí...
Este año leí muchos libros buenos, entonces la tarea de hacer una lista breve me complicó demasiado, por lo que tuve que recurrir a lo siguiente, para escoger mis mejores lecturas me basé en tres criterios:
- Lo volvería a leer
- Lo recomendaría
- Impacto —el impacto que me generó al leer ya sea por originalidad, escritura, tema a tratar, etc.
Así una lista de más de 10 libros se redujo a 6, un número adecuado según yo, sobre todo para Instagram, pero igual lo pasé tan bien leyendo que... CON TODO SI NO PÁ QUÉ. Dejaré por aquí los 13 libros que amé, sin orden particular:
Islas de calor, de Malu Furche, un libro de cuentos que trata sobre un mundo apocalíptico donde las temperaturas no bajan de los 40° y toda la forma de vivir cambia, lo genial es que todo esto sucede en Santiago, Chile. Estamos acostumbradas a ver películas y leer libros donde el mundo se acaba en EEUU o algún país primer mundista, acá vemos cómo sería desde Chile y es demasiado interesante la forma en que la autora plantea esta sociedad en extinción.
La contadora de películas, de Hernán Rivera Letelier. Lo leí en horas, es la historia de una niña, la hija menor de una familia del norte muy vulnerable. Su padre, fan del cine, la manda a ver películas, solo a ella porque no pueden permitirse pagar entradas para todos y después tiene que contarlas a la familia, con el tiempo ella gana fama en la comunidad y comienza a contar películas para vivir, pero su vida parece marcada por la tragedia y la soledad. Un libro demasiado triste, lo amé.
La muerte viene estilando, Andrés Montero. Un libro de cuentos en torno a la muerte, este fue el que me hizo tomar la decisión de volver a leer a algunos autores (y no solo autoras). Todos los cuentos dialogan entre sí y hablan de la pérdida, la maldad, el olvido y la muerte. Los personajes se van repitiendo y a medida que avanza la lectura comienzas a pensar que estas frente a una novela. Escrito de una forma muy bella, trabajada y cercana.
El daño, de Andrea Maturana. Una novela rescatada en el tiempo, publicada por primera vez en los años 90, ahora la editorial independiente chilena Imbunche volvió a traerla a circulación. Cuenta la historia de dos amigas que se embarcan a un viaje por el norte de Chile, ambas cargan con un dolor no dicho que, a medida que avanza el relato, queda al descubierto. Elisa fue abusada por su padre durante muchos años y su familia no hizo nada al respecto, mientras Gabriela sufre el desamor de una relación adúltera con un hombre casado. La forma de escribir de la autora te sumerge por completo en la psiquis de estas dos mujeres, la historia va en un constante crecimiento y el desenlace es inesperado, además toca un tema que hasta el día de hoy es tabú.
De bosque y cenizas, de Camila Valenzuela León. Una reescritura del cuento de la Cenicienta, pero que se localiza en Chillán y Talagante, en Chile. Usando como contexto histórico el terremoto que asoló a Chillán en 1939, nuestra protagonista pierde a toda su familia y su casa, por lo que debe ir a vivir a la casa de un familiar, un hombre terrible que le hace la vida imposible y la trata como criada. Escrito en un lenguaje poético y como un diario de vida, es una historia muy atrapante y bella, sobre la identidad, resiliencia y libertad.
Carcoma, de Layla Martínez. Una historia sobre venganza, fantasmas y violencia de género. En una casa viven nieta y abuela, una casa que parece maldita, con manos que aparecen bajo la cama y sombras. Contado desde dos voces, tenemos acceso a una historia marcada por el trauma, el abuso y las heridas que se heredan. Al principio puede generar extrañeza, por la forma en la que está escrito, pero es porque nieta y abuela son narradas con voces muy definidas y está narrado como se habla, lo que hace que tenga un ritmo especial.
Parte de la felicidad, de Dolores Gil. Este libro trata el duelo y la forma en que la muerte marca un antes y un después. Luego de un accidente doméstico, la vida de toda una familia se transforma y esta historia nos cuenta sobre el proceso de rearmarse a pesar del dolor.
Por qué volvías cada verano, de Belén López Peiró. La estructura del libro está hecha de forma tal que, al leer, sientes que todo está ocurriendo en ese mismo momento, es una lectura agobiante sobre abuso sexual infantil. El texto toca la culpa, el título viene de una frase dicha por su tía, la esposa del violador, también el asco, la degradación y la compleja situación de revelar un hecho y que ni la familia ni la sociedad te crea, en cómo te juzgan si no te comportas como una víctima ideal.
Diario de Japón, de María José Ferrada. Una lectura rápida, perfecta para alguien que se quiera acercar a la literatura y cultura japonesa.
Las malas, de Camila Sosa Villada. Escrito en primera persona, esta es la historia de la misma Camila. Es sobre su infancia y juventud, su experiencia en el Parque Sarmiento y la familia que encontró ahí. Una historia sobre la vulnerabilidad y discriminación. Evoca, con mucha belleza, imágenes tristes, graciosas y algunas muy trágicas. Una historia de amor y hermandad.
Catedrales, de Claudia Piñeiro. Un libro que se mueve en torno a un asesinato sin resolver. Lía se alejó de su familia después de que el cuerpo descuartizado de su hermana apareciera en un terreno baldío, nunca se encontró al asesino, pero su padre siguió investigando por su cuenta hasta dar con la respuesta. Un relato terrible pero adictivo, que nos hace reflexionar sobre la violencia de género, el catolicismo y la maldad.
Todos estos libros me encantaron, fue un buen año lector, aunque no cumplí mi meta JAJA, filo, a quién le importa, dijo Thalía.