Leí Poeta chileno de Alejandro Zambra y me gustó

Quise leer este libro por puro FOMO. En mi círculo lo estaban leyendo y parecía algo típico de gente cool. Yo no soy cool, pero me gusta pensar que a veces leo libros buenos, así que hace años lo empecé en PDF. Me gustó, incluso subí algunas frases a IG, pero lo dejé de lado con la excusa de que este libro debía leerse en físico, si no, no le haría justicia. Aunque, siendo honesta, era una excusa como las weas; a veces simplemente no se puede, pero así lo sentía en ese entonces. Al final, un día me lo compré con descuento (ni recuerdo cuándo) y lo volví a retomar… sólo para abandonarlo de nuevo en el mismo punto (buuuuu).

Para mí, el inicio es algo lento, pero en cuanto la historia te atrapa, no hay vuelta atrás. No puedes parar. Se suponía que este iba a ser mi libro de noche, ese que leo antes de dormir, pero terminó convirtiéndose en mi lectura principal después de dos noches. Me lo terminé de un tirón, ansiosa, como si estuviera leyendo uno de esos libritos tiernos y cringe de mi adolescencia.

Los requisitos para ser mi "libro de noche" son los siguientes:

  1. Tiene que estar en español.

  2. No tiene que interesarme tanto como para quedarme desvelada, porque hay que respetar el sueño.

Al tercer día, Poeta chileno ya me tenía completamente enganchada, y necesitaba saber qué pasaba con Vicente, Gonzalo y Oscuridad. Fue un pésimo libro de noche.

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Poeta chileno sigue la historia de Gonzalo Rojas, un joven de Maipú que sueña con ser poeta y está enamorado de Carla, su polola cuica de La Reina. A través de su relación, la primera parte del libro nos sumerge en el Chile postdictadura con una prosa sedosa, cercana y, a la vez, solemne. Con mucho humor, acompañamos a Gonza en los giros de la vida que lo llevan a reencontrarse con Carla en una disco gay, y conocer a su hijo Vicente, tomando el rol de padrastro.


Con el tiempo, Vicente se vuelve el protagonista y descubrimos que él también quiere ser poeta. Con un ritmo ágil y atrapante, Alejandro Zambra nos entrega una novela nostálgica, divertida y adictiva que reflexiona, entre versos y cotidianidad, sobre qué significa ser un poeta chileno.


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Siento que el libro comienza con un aire casi quijotesco, evocando otros tiempos en Chile, con un tono medio épico:

Era el tiempo de las madres aprensivas, de los padres taciturnos y de los corpulentos hermanos mayores, pero también era el tiempo de las frazadas, de las mantas y de los ponchos, así que a nadie le extrañaba que cada tarde Carla y Gonzalo pasaran dos o tres horas en el sofá cubiertos por un soberbio poncho rojo de lana chilota, que en el gélido invierno de 1991 parecía un producto de primera necesidad.


La estrategia del poncho permitía que, a pesar de los obstáculos, Carla y Gonzalo hicieran prácticamente de todo, salvo la famosa, sagrada, temida y ansiada penetración.

En un país donde los padres brillan por su ausencia, Gonzalo elige ser papá y se convierte en un padrastro excepcional para Vicente. Sus diálogos y momentos juntos son simples, cotidianos, pero increíblemente vibrantes.

—¿Tú también has escuchado eso? —preguntó el niño.

—¿Que el Viejo Pascuero no existe? 

—Sí. 

—Muchas veces, desde chico; desde que tenía tu edad que vengo escuchando ese maldito rumor, ya me tienen chato. 

Luego vamos a la juventud de Vicente, que desea ser poeta y no quiere estudiar en la Universidad hasta que la educación sea gratuita. Se enamora de una periodista gringa, Pru, y a través de los ojos de ella conocemos la escena de las y los poetas de Chile, con la participación especial de Rosabetty Muñoz y Nicanor Parra.


Lo que realmente me queda de este libro es su ternura, su capacidad de entretener y emocionar, y, en cierto punto, su melancolía. Siguiendo esa idea, considero que retrata muy bien nuestro chilito y encuentro demasiado bello que Zambra haya escrito este libro en México, es como una carta de amor.

Si alguien me hubiera dicho que este libro me haría llorar, no le habría creído. Pero lloré y también me reí un montón. Es una novela redonda, narrada con un lenguaje fluido y preciso, sin la rigidez de alguien que escribe para impresionar, es curioso (pero se agradece) que sea un libro que habla de poesía y poetas y que no esté pasado a pretensión.

¿Es posible hablar de la caca y, al mismo tiempo, de literatura y un sinfín de poetas increíbles en un mismo libro? Claro que sí.

¡Gracias a todas las personas que me dijeron que lo leyera! Tenían razón (✿◠‿◠).