Tenía altas expectativas con este libro, pero terminó siendo una decepción. Confié en el concepto y en los comentarios que vi en instagram, sin embargo, para mí no resultó ser tan amena la lectura.
Un cazador de brujas y una bruja deben casarse, él no sabe que es una bruja, y él representa todo lo que ella odia, y viceversa, pero se enamoran. Si se lee así, promete. Mi problema con este libro es que está escrito en primera persona y aún así es difícil conectar con los protagonistas, considerando que tienes acceso a Lou, la bruja, y a Reid, el cazador, uno pensaría que el movimiento entre los inconscientes de ambos sería interesante, que haría que te cayeran bien. No fue así para mí. Me encontré en el capítulo 22 aún tratando de encantarme con los protagonistas.
Lou es presentada como un icono feminista, pero esto se sostiene en el hecho de que usa pantalones, dice garabatos y le gusta comer. Es lamentable, porque hay potencial, Lou es una bruja que ha escapado de su aquelarre y convive con dilemas morales importantes, pero no se le saca provecho. Reid, por otra parte, es un hombre de la iglesia, cuyos pensamientos han sido impuestos desde su nacimiento, pero es reducido a que le incomoda que Lou diga palabrotas. Los personajes más atractivos son los secundarios, como la mejor amiga de Lou, Coco, y el aprendiz de cazador, Ansel, pero, si los protagónicos no están dibujados en una luz decente, la situación no cambia mucho con ellos.
Debo admitir que, más de una vez, me encontré adelantando páginas y saltando párrafos, incluso en las escenas finales, cuando todo se puso más o menos interesante.
Insisto, la trama es interesante y considero que inspirarse en las brujas francesas de la edad media es demasiado genial, pero la escritura podría ser mejor, hasta ya llegaban a darme cringe ciertas reiteraciones en los pensamientos de los personajes. Adjunto cita con spoilers:
Mierda.
Era tan estúpido. Tan ciego. Apreté los puños mientras me ponía de pie. La sonrisa traviesa de madame Labelle vaciló e incluso Coco se encogió ante mi furia.
Por supuesto que madame Labelle era una bruja.
Y que mademoiselle Perrot era Coco.
Y que Coco era una bruja. Pero no una bruja cualquiera: una Dame Rouge. Una especie nueva de bruja que hacía magia con sangre.
Y mi esposa, el maldito amor de mi vida, era la hija de la Dame des Sorcieres. La heredera de Chateau le Blanc. La maldita princesa de las brujas. (376)
También me molesta el uso excesivo de las cursivas para demostrar un punto, pero eso ya es un tema de gusto personal. Quise destacar esta cita en particular porque siento que engloba bastante bien todo lo que está mal con este libro. La reflexión se presenta demasiado sosa, la simpleza no tiene nada de malo, pero es la forma de ejecución la que lo convierte en algo doloroso de leer. Se supone que Reid no dice palabrotas ni maldice, pero la situación es tan seria que lo hace, a cada rato, exagerar el uso del recurso hace que el tono pierda seriedad y cuando dice “maldito amor de mi vida” no suena intenso o doliente, suena patético.
Ahora, en una luz más positiva, el argumento es bueno y el universo es interesante. Hay magia, hay amor intenso y juvenil, hay brujas y poder. Es un libro que se lee rápido, aunque me salté párrafosjeje, y termina de una forma abrupta, que te dan ganas de saber qué pasará.