“No creo en Dios desde hace treinta años. Para ser precisa, debería decir que hace treinta años me atreví a confesarlo”
Así comienza este libro que se sintió como uno de terror.
Es el funeral de Ana, de 17 años. Su cuerpo fue descuartizado, calcinado y tirado en un basural. El caso se cierra como un crimen sexual y nunca se encuentra al asesino.
Lía, su hermana, perteneciente a una familia sumamente religiosa, se declara atea y abandona el hogar para nunca más volver, sólo intercambia cartas con su padre. Él dedica su tiempo en encontrar respuestas a lo sucedido a su hija Ana.
La vida de Lía está hecha en Santiago de Compostela, pero la herida de lo sucedido con su hermana la acompaña todo el tiempo. Un día su hermana mayor y su esposo la visitan en su librería, le piden ayuda, ya que su único hijo, quien se encuentra en un viaje por Europa, no ha dado señales de vida. De esta forma, Lía se entera que tiene un sobrino y, al mismo tiempo, que su padre ha muerto.
Contado en varias voces, este libro es como una madeja de lana enredada. Con el tiempo se va esclareciendo lo sucedido a Ana y algo que ya se leía como horrible termina por ser aún peor. Cruzando los límites de la perversidad, Claudia Piñeiro nos muestra un caso de misterio y horror, y al final te entrega las respuestas y te deja helada.
Cuando terminé el libro tuve una sensación de malestar que duró varios días y me costó conciliar el sueño.
La forma en que escribe Claudia Piñeiro es magnífica, hay un capítulo que es una conversación por teléfono, es puro diálogo y aunque nunca tenemos acceso a las respuestas que recibe del otro lado de la línea, no es necesario, todo se entiende perfecto y es uno de los pasajes más interesantes en términos de construcción, porque en menos de 10 páginas nos dibuja a un personaje de forma completa, no deja de lado el tema, que es terrible, pero incluso añade un poco de humor, algo que encuentro increíble.
Las imágenes que nos describen son crudas, la maldad e hipocresía encarnada en los personajes está bien retratada y el tópico claro: la oscuridad e hipocresía de la religión, la corrupción y el machismo.